Marià Corbí Hace décadas que aprendí a volverme a las cosas, y desde entonces lo he estado practicando con toda la intensidad que he sabido. Pero lo que he planteado en los últimos apartados, de alguna manera, es un paso más en mi concepción de lo que es el camino espiritual, no solo para mí si no para los miembros de las sociedades de conocimiento y para las sociedades en tránsito. Lo que creo que es novedad es que he comprendido que estos tipos de sociedades tienen las cosas más claras, nítidas y sencillas de lo que había imaginado. Las nuevas sociedades que, o no pueden creer o tienen dificultades para mantener las creencias, bastará que adopten una actitud parecida a la de los artistas. Los artistas no necesitan hacer divina a la belleza, ni enviarla a los cielos, se vuelven solo, con todo el corazón y la mente, a las cosas, para poder captar su belleza multiforme e inacabable para sentirse conmovidos y necesitados de decir el milagro, la maravilla y el misterio que vieron en las humildes cosas de nuestro mundo, modelado por nuestra necesidad en cada tipo de cultura. Y lo que con sus creaciones son capaces de decir vale para todas las culturas y para todos los pueblos y toda la historia humana, si los humanos tienen la sensibilidad suficientemente educada.
La belleza es verdad y la verdad es belleza
La belleza es verdad y la verdad es belleza
La belleza es expresión sin dualidad de la DA[1]
Luego la belleza es la DA, la verdad.
Este hecho implica que la verdad no es una formulación, ni es posible formularla, pero sí expresarla o, mejor, intentar expresarla.
Esta coincidencia nos lleva a advertir que la verdad tiene los caracteres de la belleza.
¿Cuáles son esos caracteres?
La belleza y la verdad, que no es formulación, solo se pueden sentir en lo hondo, son un sentir en lo hondo.
La verdad, como la belleza, es directa, sin reservas, es potente, es amable, acogedora, sin reproches.
La verdad, como la belleza, es siempre diferente y siempre la misma en sus diversas expresiones cuando ambas están apuntando a la DA.
La verdad no somete, sólo seduce, como la belleza. Así son la verdad y la belleza, porque así es la DA.
Tanto la una como la otra pacifican, porque liberan de la sumisión al ego. Desplazan del paquete de deseos/temores, a la gratuidad.
La belleza muestra que la verdad no es algo abstracto, sino algo sensible, perceptible.
La verdad, como la belleza, no provoca temores ni sumisiones, sino confianza, libertad y gozo.
La belleza muestra que la verdad como imposición y sumisión es asunto de la necesidad y pretensiones de los PACs, no es la naturaleza de la verdad.
Cuando la verdad se manifiesta como exclusiva es por necesidad de los PACs, esa no es su naturaleza.
La verdad, que no es una formulación, puede presentarse en formas diversas que todas expresan la unidad de esa verdad.
La verdad, como la belleza, ha servido a las creencias y a los señoríos, pero no es ni creencias, ni señorío. La verdad, como la belleza, está libre de creencias y de señorío.
La belleza convence por sí misma y crea certeza sin ayuda de nada, ni de nadie. La verdad se comporta de la misma manera.
La belleza es enemiga de la imposición, aunque haya servido al poder. La verdad también es enemiga de la imposición, aunque en ocasiones haya servido al poder.
La belleza es la verdad porque pretenden aludir, proclamar lo mismo, la DA.
La verdad es la única que expresa el ser de la belleza.
Quienes comprenden el misterio de los mundos, que es la verdad, comprenden la belleza sin límites en cada expresión.
Quienes sienten en lo hondo la belleza, sienten en lo hondo la verdad.
La belleza es toda ella verdadera, como la verdad es toda ella bella. La belleza es verdad y la verdad es bella.
La belleza testifica la verdad y la verdad garantiza la belleza.
La belleza y la verdad de que todo es unidad y lo proclaman.
Las dos se dicen en formas, pero ambas están libres de toda sumisión a formas.
Es imposible que una belleza que sea real no sea verdadera. Y es imposible que una verdad que sea real, tanto si es formulación, como si es apuntamiento a lo no formulable, no sea bella.
La búsqueda de la verdad, como la búsqueda de la belleza, son duras. La oposición a esas búsquedas y su defensa frente a esa oposición, pueden endurecer el espíritu.
La continua pelea consigo mismo para conseguirlas y defenderlas, también pueden endurecer el espíritu. Esa dureza de espíritu es un error que hay que procurar corregir, porque la ternura es lo que corresponde a la verdad y a la belleza.
¡Que consiga la ternura de la verdad y de la belleza al finar de mis días!
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[1] DA es el acrónimo de Dimensión Absoluta; la dimensión absoluta es una de las dos dimensiones de la realidad del existir humano a la cual tiene acceso gracias a ser un animal constituido como tal por la lengua. Esta dimensión es gratuita, está liberada de cualquier concepción o necesidad humana. Denominada absoluta en el «sentido» de «suelta» de toda modelación realizada desde la necesidad. El cultivo de esta dimensión es lo que nuestros antepasados llamaron cultivo de la espiritualidad.