Vislumbres de lo real: religiones y revelación
Una pequeña selección de fragmentos [ Herder, 2007 ] (…) El efecto revelatorio comporta un triple descentramiento de las propias evidencias, tanto de las personales como de las aceptadas por el grupo: hacia la Realidad o el Ser trascendente, hacia los demás y hacia las cosas del mundo. Sin este triple excentramiento –que, en su fondo, es un único descentramiento, porque lo que hace es desplazar el propio centro hacia algo mayor que uno mismo- no hay revelación, sino repetición del propio psiquismo o del contenido cultural bajo la forma de disfraz religioso. Ahora bien, este descentramiento supone, al mismo tiempo, un recentramiento, en la medida en que devuelve a cada persona a su más profundo centgro, haciéndola crecer desde su propio fundamento. La revelación no es una alienación sino una anticipación de realidades y de comprensiones a las que la conciencia antes no tenía acceso. No saca de la…
EL AMOR DESARMADO
Texto del patriarca de Constantinopla, Atenágoras I (1886-1972) “Hay que hacer la guerra más dura, que es la guerra contra uno mismo. Hay que llegar a desarmarse. Yo he hecho esta guerra durante muchos años. Ha sido terrible. Pero ahora estoy desarmado. Ya no tengo miedo a nada, ya que el Amor destruye el temor. Estoy desarmado de la voluntad de tener razón, de justificarme descalificando a los demás. No estoy en guardia, celosamente crispado sobre mis riquezas. Acojo y comparto. No me aferro a mis ideas ni a mis proyectos. Si me presentan otros mejores, o ni siquiera mejores sino buenos, los acepto sin pesar. He renunciado a hacer comparaciones. Lo que es bueno, verdadero, real, para mí siempre es lo mejor. Por eso ya no tengo miedo. Cuando ya no se tiene nada, ya no se tiene temor. Si nos desarmamos, si nos desposeemos, si nos abrimos…
Fernando Pessoa, «Alberto Caeiro», «No creo en Dios»
No creo en Dios porque nunca lo he visto. Si el quisiera que yo creyera en él, seguro que vendría a hablar conmigo y entraría por mi puerta diciéndome: ¡Aquí estoy! Pero si Dios es las flores y los árboles y los montes y el sol y el luar, entonces creo en él, entonces creo en él a todas horas y mi vida entera es una oración y una misa y una comunión por los ojos y por los oídos. Pero si Dios es las flores y los árboles y los montes y el luar y el sol, ¿por qué llamarle Dios? Le llamo flores y árboles y montes y sol y luar; porque si él se hizo, para que yo lo viese, sol y luar y flores y árboles y montes, si se me aparece como árboles y montes y luar y sol y flores es porque quiere que…
Fernando Pessoa, «Alberto Caeiro», «No creo en Dios»
No creo en Dios porque nunca lo he visto. Si el quisiera que yo creyera en él, seguro que vendría a hablar conmigo y entraría por mi puerta diciéndome: ¡Aquí estoy! Pero si Dios es las flores y los árboles y los montes y el sol y el luar, entonces creo en él, entonces creo en él a todas horas y mi vida entera es una oración y una misa y una comunión por los ojos y por los oídos. Pero si Dios es las flores y los árboles y los montes y el luar y el sol, ¿por qué llamarle Dios? Le llamo flores y árboles y montes y sol y luar; porque si él se hizo, para que yo lo viese, sol y luar y flores y árboles y montes, si se me aparece como árboles y montes y luar y sol y flores es porque quiere que…
El Dhammapada. El camino de la perfección
Compilación de palabras del Buda (s.V a.C.). Una pequeña selección: La condición humana está dirigida por la mente: nuestra vida es la creación de nuestra mente. Aquello que somos hoy proviene de nuestros pensamientos de ayer, y nuestros pensamientos de hoy construyen nuestra vida de mañana. El sabio que vive en vigilancia la considera su más precioso tesoro. El sabio endereza su mente, vacilante e inestable, como el constructor de flechas endereza las flechas. Mayor mal que el que puede generar el enemigo a su enemigo, es el mal que genera una mente mal dirigida. Como la abeja recolecta la esencia de la flor y se aleja de ella sin destruir la belleza ni el perfume, así vive el sabio entre los suyos. Tome cada cual en consideración lo que él mismo hace y no lo que hacen o dejan de hacer los demás. Como la flor que parece bella…