Marta Granés Hoy la ejecución de los sentidos pasa por los aparatos tecnológicos. Pero la tecnología no proporciona experiencias sensitivas directas que inmiscuyan todos los sentidos, y como animales que somos, los necesitamos completamente activados para sentirnos plenamente vivos.
Tener la atención focalizada en lo tecnológico reduce fisiológica y psicológicamente el uso de los sentidos (se reduce al oído y a la vista) y esto restringe la riqueza de la experiencia humana.
Podríamos afirmar que los jóvenes de ahora son la generación más amputada sensitivamente de la historia y, lo peor es que no notan la ausencia puesto que nunca han vivido otra cosa. Lo cualitativo nunca ha estado ahí.
Metta Sutta, el Discurso del amor incondicional, del Buda
Que todos los seres que existen, débiles o
fuertes, largos o grandes, medianos o bajos,
pequeños o gruesos, conocidos o desconocidos,
cercanos o lejanos, nacidos o por nacer, que todos los
seres sin excepción estén felices
Que nadie engañe ni desprecie al otro
en ningún lugar; que no desee el sufrimiento
del otro con provocación o enemistad.
Así como una madre protege a propio hijo,
su único hijo, a costa de su propia vida,
de la misma forma uno debería cultivar un
corazón sin límites hacia todos los seres.
Que sus pensamientos de amor llenen todo
el mundo, arriba, abajo y a lo largo; sin diferencias,
sin malicia, sin odio.
Parado, caminando, sentado o acostado,
mientras despierto uno debería cultivar esta
meditación de amor. Ésta, ellos dicen, es la
mejor conducta en este mundo.
Sin caer en opiniones erróneas,
virtuoso y dotado de visión,
uno elimina el apego a los sentidos y
realmente no viene de nuevo al vientre.
(del Metta Sutta, el Discurso del amor incondicional, del Buda)