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Madurez interior

Con una calma total y con todo el ceremonial requerido, como si tuviera tiempo infinito interiormente, un maestro tiene siempre tiempo infinito, el abad se puso a preparar la tinta. Con un movimiento regular de la mano, estuvo frotando hasta que el agua quedó negra. Sorprendido al ver que fuera el propio Maestro el que hacía este trabajo, pregunté cuál era la razón. Su respuesta fue muy significativa: “Gracias al tranquilo movimiento de balanceo de la mano que prepara la…

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