John Berger ¿Se puede escribir todavía algo sobre él? Pienso en todas las palabras que ya se han escrito, incluidas las mías, y la res- puesta es “no”. Si miro sus cuadros, la respuesta vuelve a ser “no”, aunque por una razón diferente: sus cuadros invitan al silencio. Casi iba a decir que ruegan silencio, y eso habría sido falso, pues ni una sola de sus imágenes, ni siquiera la del anciano con la cabeza entre las manos en el umbral de la eternidad, muestra el menor patetismo. Siempre detestó inspirar compasión y hacer chantaje. Solo cuando veo sus dibujos me parece que merece la pena añadir algunas palabras. Tal vez porque sus dibujos tienen algo de escritura, y a menudo dibujaba en las cartas. El proyecto ideal habría sido dibujar el proceso que llevaba a sus dibujos, tomar prestada su mano de dibujante. Sin embargo, lo intentaré con palabras.
Hojas de hierba
Todas las verdades aguardan en todas las cosas,
Ni se apresuran ni se demoran,
No precisan el forceps del cirujano,
Para mí lo mínimo no es menos importante que lo demás,
(¿Qué puede ser mayor o menor que un roce?)
Ni la lógica ni los sermones convencen,
La humedad de la noche me penetra con más intensidad.
(Sólo lo que por sí mismo es evidente a cualquier hombre o
cualquier mujer, es así,
Sólo es así lo que nadie niega)
Una gota y un minuto me bastan para sosegar mi cerebro,
Creo que los húmedos terrones serán alguna vez amantes y
Lámparas,
Y que el alimento de un hombre o de una mujer es un compendio
De compendios.
Y que lo que los atrae y los une es una cumbre y una flor,
Y que se ramificarán infinitamente hasta saberlo todo,
Y hasta que todos nos deleiten y los deleitemos a todos.
Walt Whitman. Hojas de hierba. Editorial Lumen, 1997