José Manuel Bobadilla Somos un animal con un doble acceso a la realidad. Un acceso relativo a las necesidades humanas dominado por las formas y otro no relativo a las necesidades humanas y liberado de las formas. Uno de nuestros principales sentidos, como animales depredadores que somos, es la mirada. Mirar el mundo es una forma de sentir el mundo y, por tanto, dependiendo de como lo miremos, nuestro sentir estará condicionado a ello. Miramos el mundo desde un lenguaje concreto y actualmente, el lenguaje que da forma a nuestra mirada, es el lenguaje abstracto de las ciencias y las tecnologías. Nuestra forma de mirar el mundo está construida desde la técnica; una mirada que instrumentaliza el entorno y nos impide volver a las cosas de una manera limpia, es decir, liberada de las formas en las formas.
En las sociedades de conocimiento, el dominio de lenguaje abstracto construye la barrera científica y tecnológica que nos dice que una flor es simplemente una flor, o como mucho, nos proporciona una mirada biológica de la flor. En ella no vemos el misterio de los mundos porque nuestro mirar está encerrado en el prisma científico y tecnológico.
Sobre la estructura de las revoluciones teológicas. Soñando con una «revolución teológica», ¿en qué nos ilumina la epistemología? (Encuentro Internacional 2012)
Con este estudio epistemológico queremos hacer un mapa de la revolución epistemológica deseada: dónde estamos, qué es lo que está necesitando un cambio, cuáles son los principales obstáculos, cómo se producen estos cambios, y qué se puede hacer para preparar acelerarlos. Nos referimos a la posibilidad de una «revolución teológica», por paralelismo a la «revolución científica», a cuya estructura Thomas Kuhn dedicó su famoso libro.
Somos de los que observamos con dolor el abismo que se establecido entre la tradición de la Iglesia, su jerarquía, sus estructuras, su doctrina oficial… y el pensamiento actual, la cultura moderna, el sentir de la sociedad. Son millones de hombres y mujeres que no se sienten en la Iglesia como en su hogar, donde pudieran sentir, pensar y expresarse con libertad y sintonía, y por eso emigran, se autoexilian, la mayor parte de las veces en silencio, sin protestar, no pocas veces dolidos y desconcertados.
Se inscribe esta ponencia en el marco de interés por facilitar el «tránsito» inevitable y ya en curso hacia una religiosidad/espiritualidad pos-religional, con referencia especial al cristianismo. Y lo hacemos desde la perspectiva específica de la epistemología, que aunque no es la única, sí nos parece una de las más importantes. Todo es epistemológico, aunque lo epistemológico no lo sea todo.
Creemos que esta situación debe ser afrontada. Ya sabemos que el cambio que se requiere para que las religiones se reconcilien con la cultura moderna y el sano sentir de la sociedad actual, han de pasar muchas cosas, y habrán de moverse muchos resortes. Por nuestra parte queremos concentrarnos en un aspecto de capital importancia: el epistemológico. Tal vez en este frente es donde podemos detectar las dificultades más profundas (y con frecuencia ocultas) del cristianismo para asumir el cambio necesario.