Marià Corbí Hace décadas que aprendí a volverme a las cosas, y desde entonces lo he estado practicando con toda la intensidad que he sabido. Pero lo que he planteado en los últimos apartados, de alguna manera, es un paso más en mi concepción de lo que es el camino espiritual, no solo para mí si no para los miembros de las sociedades de conocimiento y para las sociedades en tránsito. Lo que creo que es novedad es que he comprendido que estos tipos de sociedades tienen las cosas más claras, nítidas y sencillas de lo que había imaginado. Las nuevas sociedades que, o no pueden creer o tienen dificultades para mantener las creencias, bastará que adopten una actitud parecida a la de los artistas. Los artistas no necesitan hacer divina a la belleza, ni enviarla a los cielos, se vuelven solo, con todo el corazón y la mente, a las cosas, para poder captar su belleza multiforme e inacabable para sentirse conmovidos y necesitados de decir el milagro, la maravilla y el misterio que vieron en las humildes cosas de nuestro mundo, modelado por nuestra necesidad en cada tipo de cultura. Y lo que con sus creaciones son capaces de decir vale para todas las culturas y para todos los pueblos y toda la historia humana, si los humanos tienen la sensibilidad suficientemente educada.
Te saludo, ¡oh ser!
Yoga Vashistha
El gran mito cósmico que muestra lo que el cosmos lleva en su seno, me muestra mi propia realidad, la verdadera realidad de toda cosa. El siguiente texto del Yoga Vashistha (s.V-Viii¿?) surge del reconocimiento.
Te saludo, ¡oh ser!, que resides en el loto del corazón y cuyas dos alas son la conciencia y su reflexión. Te saludo, oh ser!, el sol que despeja la obscuridad de la ignorancia. Te saludo, ¡oh ser!, el promotor del amor supremo que mantiene todas las cosas del universo.
¡Oh, ser!, brillas en el sol con luminosidad y pureza, y resplandeces fríamente en la luna. La pesadez de las montañas y la velocidad del viento surgen de ti mismo. Por tu causa la tierra es firme y el espacio vacío. Afortunadamente te he comprendido. Por suerte, ya no hay diferencia entre tú y yo: tú eres yo, yo soy tú. ¡Saludo a mi ser infinito y sin ego, saludo al ser sin forma!
Resides en mí en estado de equilibrio, como la consciencia testigo, sin forma y sin divisiones en el espacio-tiempo.
¡Te saludo a ti mi propio ser, que lo eres todo! El ser es todo en todo y existe en todas las cosas, como la fragancia existe en las flores y el aceite en la semilla de sésamo. ¡Oh, ser! tú destruyes, tú proteges, tú das, tú ruges, tú actúas, aunque estás completamente libre del sentimiento de ego. ¡Esta es la gran maravilla!
¡Oh, ser! tú eres la fragancia de las flores conocida como flor, el néctar de la luna conocido como astro, la esencia de la hierba conocida como cuerpo. Como la mantequilla está en la leche, resides en este cuerpo como el fuego reside en los bosques.
Eres el fundamento de la verdad en el que todo reposa. Los mundos están siempre potencialmente presentes en ti y por ti se hacen manifiestos. ¡Tú eres su realidad!
La felicidad y la desgracia se disuelven cuando tú te aproximas, como la obscuridad se desvanece en presencia de la luz. A pesar de ello, la experiencia de felicidad sólo es posible a causa de la luz de la conciencia que emana de ti.
Yo te saludo ser y te celebro, porque has manifestado este universo sin límites. Te saludo, ser de la paz suprema. Te saludo, ser que eres el origen y la meta de estas escrituras y estás más allá de las mismas. Te saludo, ser que naces y resides en todas las criaturas. Te saludo, ser no nacido. Te saludo, ser que permaneces debajo de todo cambio y toda destrucción, inmutable. Te saludo, ser que eres la existencia y la no existencia. Te saludo, ser que puedes ser alcanzado y conquistado.
Vivo para conquistarte. Te saludo ¡oh, ser! y te celebro. Mientras existes como la realidad pura, ¿dónde está la esclavitud, dónde la desgracia, dónde la fortuna, dónde el nacimiento y la muerte? Permaneceré para siempre en la paz suprema.