Etty Hillesum Aceptación puede sonar a pasividad, puede confundirse con la aprobación indiferente, con la resignación. El testimonio de Etty Hillesum, escribiendo desde los campos de concentración, es un ejemplo esclarecedor del sentido de una aceptación plena que es implicación y acción, pero desde la comprensión, desde una acogida radical de la realidad, se muestre como se muestre.
Vivir en el sentir hondo
1. El sentir hondo
El sentir hondo es el sentir del misterio de los mundos, ese sentir es el corazón del misterio y de mi propio ser.
En ese corazón sagrado no hay distinción entre el sentir y la lucidez de la mente, forman una indisoluble unidad: el sentir es lucidez y la lucidez es sentir.
¿Cómo se pasa del mundo de los afectos, propios del sistema de señales, al sentir hondo?
Simplemente mirándolo todo con interés, sin buscar nada. Solo mirar a todos los seres y a sí mismo, como uno más, sin buscar ni esperar nada. Mirándolos con intensidad y curiosidad porque están ahí, simplemente por eso.
Cuando alguien mira así a los seres, se admira de que sean, de que estén ahí, de que sean como son, de que sean tan complejos y bellos.
Cuando se mira así se advierte la interdependencia de todos con todo. Todo depende de todo. Todo es uno en la interdependencia mutua.
Quien mira y admira la realidad y belleza de cada uno de los seres, en sus interdependencias mutuas, comprende la unidad, que le incluye a él mismo, y lo venera todo como «ahí», como absoluto.
La última consecuencia de mirar con intensidad, que es admirar incondicionalmente y venerar a todo lo que es, es el amor. Amor completo a eso uno, absoluto y sin palabras.
El amor a todo se despliega en bondad con todos y con todo.
El punto de arranque del sentir profundo es mirar, un mirar tan intenso que es mirar desde el silencio de todo lo que no sea eso mismo que se mira. El mirar eso por lo que me intereso, lo calla todo porque no se busca nada: solo los recuerdos y las expectativas enturbian el mirar.
Cuando se mira porque sí, porque eso que miro está ahí, la admiración, la veneración y el amor surgen naturalmente.
El sentir hondo es fácil, es solo mirar con todo el corazón, toda la mente, todos los sentidos y con todo el ser.
Cuando se mira así todo se vacía de entidad propia y todo se muestra como el misterio de los mundos, y nada más.
Qué entendemos por el sentir hondo
Es descender a la hondura del sentir, desde el sentir sistema de señales.
Es ver y admirar todos y cada uno de los seres, sin buscar nada en ellos,
si no es mirar, admirar, amar y venerar.
Es estar agradecido a la presencia de todo lo que es.
Es contarse entre los agradecidos por todo y por sí mismo.
Es sentir las plantas y las flores, los árboles y animales, grandes y pequeños.
Es sentir el cielo, el sol, la luna y las estrellas.
Es sentir la tierra y su esplendor.
Es sentir las formaciones de las nubes y sus formas y colores.
Vivir en el sentir hondo humano
es vivir en el agradecimiento y la veneración,
es invadir mi sentir egocéntrico, propio de todo viviente, de generosidad,
es vivir en el agradecimiento, la unidad y el amor,
es vivir el nivel gratuito y absoluto del sentir,
es vivir reconociendo en todo a «Eso», incluso en sí mismo.
Ahí se reconoce la belleza, la bondad y el don,
se reconoce la verdad que no es formulación.
Ahí se genera la paz, la flexibilidad, la creación
la alegría y la felicidad.
Ese es lugar de mi naturaleza propia.
Cuando no se busca nada, no hay nadie.
Ahí está el sentir hondo.
Ese es mi corazón sagrado y el sentir de la inmensidad de los mundos.
Eso mismo es la inmensidad de los mundos.
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