John Berger ¿Se puede escribir todavía algo sobre él? Pienso en todas las palabras que ya se han escrito, incluidas las mías, y la res- puesta es “no”. Si miro sus cuadros, la respuesta vuelve a ser “no”, aunque por una razón diferente: sus cuadros invitan al silencio. Casi iba a decir que ruegan silencio, y eso habría sido falso, pues ni una sola de sus imágenes, ni siquiera la del anciano con la cabeza entre las manos en el umbral de la eternidad, muestra el menor patetismo. Siempre detestó inspirar compasión y hacer chantaje. Solo cuando veo sus dibujos me parece que merece la pena añadir algunas palabras. Tal vez porque sus dibujos tienen algo de escritura, y a menudo dibujaba en las cartas. El proyecto ideal habría sido dibujar el proceso que llevaba a sus dibujos, tomar prestada su mano de dibujante. Sin embargo, lo intentaré con palabras.
Sueño de un mediodía de verano
En otro tiempo hacíamos nuestras tareas, rezábamos Nuestras plegarias y repetíamos que dos más dos son Cuatro.
Ahora, dos flores más dos rayos de luz no son
Cuatro –son nuestra alma.
Y una rosa más una mariposa no son dos –son
Un Dios.
Y un Dios es todo.
¿Cuántos son entonces nuestra alma más el alma
de Dios?
El maestro no sabe.
Nosotros sí sabemos cuántos son: uno
Lo leímos hoy en el libro abierto del sol; hoy, que
Olvidamos los demás libros.
Yannis Ritsos. Sueño de un mediodía de verano. Fondo de cultura económica, 2005