Thich Nhat Hanh. Llamadme por mis verdaderos nombres
No digáis que partiré mañana, pues aún estoy llegando. Mirad profundamente; estoy llegando a cada instante, para ser brote de primavera en una rama, para ser pajarillo de alas aún frágiles, que aprendo a cantar en mi nuevo nido, para ser mariposa en el corazón de una flor, para ser joya oculta en una piedra. Aún estoy llegando para reír y para llorar, para temer y para esperar. El ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte de todo lo que vive. Soy un insecto que se metamorfosea en la superficie del río. Y soy el pájaro que se precipita para tragarlo. Soy una rana que nada feliz en las aguas claras del estanque. Y soy la serpiente acuática que sigilosamente se alimenta de la rana. Soy el niño de Uganda, todo piel y huesos, mis piernas tan delgadas como cañas de bambú. Y soy el comerciante de…
Canto a la libertad
¿Dónde andas, libertad? ¿Has andado alguna vez? ¿Qué lugares? ¿En qué tiempos? Alguna vez hemos sentido como una ligeraza interior, el paso sin peso, el vagar sin anhelo, y nos hemos dicho: es la libertad. Daba gusto. Ir sin circunstancia, cerca del amor, del amor a la libertad, por los caminos interiores, sin arrastres, alto en los pensamientos, subido en no se sabía qué alas (las de la libertad), hacia mundos donde la sumisión no tenía nombre, donde el roce no contaba, libre el anhelo, entre divinos seres naturales, estaciones de hermosuras (y el amor por todas partes) y la elección sin pena, la andanza sin carga, la esperanza en la mano (y el amor por todas partes), sin ciudades, habitaciones ni paredes terminantes (y el amor por todas partes). Libertad, ¿dónde huiste? Ya sé que no hay cómo tenerte, tú, cometa sin hilo, ni cómo decirte, tú, oído del…
CASA DE MISERICORDIA
Joan Margarit Pequeña selección de poemas de esta obra (publicada en (Visor Libros, 2007), merecedora del Premio Nacional de Poesía 2008, acompañada de unas notas al vuelo de Amando Robles. Explica Joan Margarit, en el Epílogo: "Las Casas de Misericordia fueron instituciones de una gran severidad (...) Me venían a la mente las solicitudes de las madres, y la conclusión era clara: la intemperie era mucho más espantosa. Por eso se afanaban para hacer que sus hijos entrasen en aquel lugar. Y en este punto, la mente daba un salto hacia la poesía, hacia lo poco que quizá servía un poema para ayudar a soportar el dolor y las carencias. Pero no hay nada más, y si esto es triste, mucho más triste es la intemperie sin los versos. La poesía: una especie de Casa de Misericordia. Nos escribe Amando Robles: Otra vez la poesía y su mensaje vital,…
Sueño de un mediodía de verano
En otro tiempo hacíamos nuestras tareas, rezábamos Nuestras plegarias y repetíamos que dos más dos son Cuatro. Ahora, dos flores más dos rayos de luz no son Cuatro –son nuestra alma. Y una rosa más una mariposa no son dos –son Un Dios. Y un Dios es todo. ¿Cuántos son entonces nuestra alma más el alma de Dios? El maestro no sabe. Nosotros sí sabemos cuántos son: uno Lo leímos hoy en el libro abierto del sol; hoy, que Olvidamos los demás libros. Yannis Ritsos. Sueño de un mediodía de verano. Fondo de cultura económica, 2005
No amanece el cantor
No dejéis morir a los viejos profetas pues alzaron su voz contra la usura que ciega nuestros ojos con óxidos oscuros, la voz que viene del desierto, el animal oscuro que sale de las aguas para fundar un reino de inocencia, la ira que despliega el mundo en alas, el pájaro abrasado de los apocalipsis, las antiguas palabras, las ciudades perdidas, el despertar del sol como dádiva cierta en la mano del hombre. José Angel Valente, No amanece el cantor, Obras completas I, Galaxia Gutenberg