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El tránsito hacia las sociedades de conocimiento y la necesidad del cultivo de la cualidad humana y la cualidad humana profunda para el desarrollo Tecnocientífico

Asumimos que las sociedades de conocimiento aún no están en pleno funcionamiento y es más, afirmamos que los pequeños grupos o colectivos que viven de la creación continua de ciencia y tecnología están sometidos al sistema capitalista basado, en su estructura profunda, en tres principios: individualismo, neoliberalismo y capital financiero.

El individualismo afirma la existencia del individuo ontológicamente existente y que está desvinculado del resto de personas, el neoliberalismo es la doctrina económica que implica la no intervención del Estado en el mercado y, estos dos conceptos juntos, dan forma al individualismo neoliberal que defiende la premisa que nada ni nadie está por encima del individuo y sobre todo, que nadie puede obligar al individuo a tomar decisiones que coarten su supuesta libertad individual.

El capital financiero, dentro de este marco individualista y neoliberal, se transforma en capitalismo cuya finalidad es producir bienes y servicios a gran velocidad en el corto y medio plazo sin darle importancia a los desastres ecológicos y sociales que su ideología está causando.

Pero todo esto se ve agravado con el crecimiento exponencial de las ciencias y las tecnologías que, lejos de pertenecer al sistema o proyecto axiológico capitalista, han quedado absorbidas y subyugadas a la tríada del capitalismo: información, investigación y explotación.

Con esta estructura el capitalismo neoliberal queda miope frente a las dos grandes crisis que la humanidad está enfrentando en la actualidad: (1) el cambio de paradigma o forma de sobrevivencia y (2) la crisis ecológica global.

La forma de sobrevivencia, que no hay que confundir con las formas de producción, está forjada en la interdependencia que se da entre los conocimientos que producen las ciencias y las tecnologías. Esto, manejado desde el capitalismo neoliberal y sus concepciones antropológicas y epistemológicas, donde el individuo es independiente de la Naturaleza y esta es un ente pasivo que explotar, está llevando al resto de especies y a la propia especie humana a la extinción de la vida tal y como la conocemos. Dicho de otra manera, seguir manejando las ciencias y las tecnologías desde los principios del capitalismo está acercándonos, cada vez más, a un punto de no retorno donde la crisis social y ecológica global serán irremediables.

Pero hay que ser conscientes de que el problema no está en la forma de sobrevivir sino en las formas en como el capitalismo intenta manejar el cambio. La forma de sobrevivir basada en esta interdependencia de conocimientos es el resultado del refinamiento y desarrollo de lo que podemos llamar mesología del hacer técnico, o explicado, en otros términos, la técnica humana, entendida como la capacidad de manipular el entorno con herramientas y tecnología, que es consecuencia de ser un animal constituido como tal por la lengua que ha desarrollado un lenguaje abstracto científico y tecnológico, se ha convertido en el eje central de la vida humana. Tal y como dijo Norbert Weiner en su obra cibernética y sociedad publicado en 1950:

“Somos esclavos de nuestro propio progreso técnico. (…) Hemos modificado tan radicalmente nuestro ambiente que ahora debemos cambiar nosotros mismos para poder existir en ese nuevo medio. Es imposible vivir en el antiguo. El progreso proporciona nuevas posibilidades parar el futuro, pero también impone nuevas restricciones.” (Wiener, 1988; 44)

Es importante resaltar la idea de cambiar nosotros mismos para poder existir en ese nuevo medio que es la forma de sobrevivir desde la ciencia y la tecnología. Hemos de cambiar nuestra antropología y nuestra epistemología para poder sobrevivir, no por cuestiones ideológicas, sino por pura necesidad de sobrevivencia en un nuevo medio constituido por un lenguaje abstracto científico y tecnológico.

Otro aspecto crucial de esta cita es entender que gracias a este desarrollo y refinamiento del progreso técnico se presentan nuevas posibilidades para el futuro pero también nuevas restricciones. Esto no debe de asustar pues la construcción de un proyecto axiológico colectivo (PAC) lleva intrínseco la libertad y los límites de la libertad. Allá donde el PAC termine, terminará la libertad o, planteado de otra manera, la libertad colectiva e individual llegará tan lejos como el PAC permita.

La pregunta que se plantea aquí es, para la epistemología axiológica, el tema más interesante e importante. ¿Cómo promovemos el cambio humano para un nuevo ambiente radicalmente diferente? La respuesta, aunque parezca dificil de concebir, se encuentra en la propia forma de sobrevivir.

Si partimos de la indeterminación genética entendemos que el animal que somos está desprogramado. No tiene un programa que le otorgue una naturaleza ni una forma de actuar en el medio. Sobre esta indeterminación genética recae la necesidad de la programación simbiótica o las formas de organización social que, en PACs industriales, se solventó con el darwinismo social que el capitalismo industrial supo llevar a su terreno o el colectivismo ideológico propio de las corrientes de pensamiento de izquierdas como el comunismo y el anarquismo.

En la actualidad, al seguir bajo premisas de programación simbióticas individualistas, el capitalismo neoliberal y las propuestas de la izquierda intenta solventar el problema de la cohesión y programación colectiva desde concepciones ideológicas que no son viables. Pero si atendemos a la forma de sobrevivir veremos que la interdependencia que se da entre los diferentes conocimientos tecnocientíficos impone y da respuesta a la programación simbiótica, esta no ha de basarse en el individualismo, sino en la interdependencia. Vivir en el nuevo medio científico y tecnológico implica, por cuestiones de sobrevivencia, vivir en interdependencia.

Pero la interdependencia sigue siendo un concepto abstracto que debe traducirse o concretarse en un sentir. Si volvemos a las bases antropológicas de ser un animal constituido por la lengua tenemos que pensar en las consecuencias o implicaciones que este hecho tiene.

Estar constituidos por la lengua no nos hace especiales ni mejores que el resto de los animales, simplemente nos convierte en un animal que modela su mundo desde el lenguaje. Esto, que parece una obviedad, tiene unas consecuencias enormes sobre nuestra forma de ser el animal que somos. La lengua, como invento biológico, es lo que nos deja indeterminados genéticamente frente al medio obligándonos a modelar lingüísticamente un programa de vida. Pero ésta no es la única consecuencia de la lengua, a diferencia del resto de animales cuya respuesta al medio – el estímulo -está determinada genéticamente y consecuentemente definido por su genética, en el animal humano la respuesta al estímulo, que es axiológico, está modelada desde el lenguaje y esto hace que el estímulo esté significado lingüísticamente y a su vez libre de dicha significación abriendo la realidad a una doble dimensión, la relativa a las necesidades humanas y la ab-soluta o suelta de toda significación.

Entender esto es importante para pensar en el desarrollo humano de la técnica, la mesología del hacer técnico es una consecuencia directa de la constitución lingüística y de la distancia objetiva que la lengua proporciona al animal-humano. La distancia objetiva es la distancia que se da con el estímulo significado lingüísticamente, este, que a diferencia del resto de animales es lo que la genética del animal le dice que es, para el animal-humano supone la capacidad de significarlo de maneras diferentes en función de las formas de sobrevivir y así poder manipularlo técnicamente y, en sociedades donde el lenguaje abstracto científico y tecnológico es el que modela el estímulo, el mundo y la realidad se convierte en una realidad científico y tecnológica.

Pero también se ha dicho que la realidad tiene una doble dimensión, la relativa que está significada desde el lenguaje científico y tecnológico y una liberada de esa significación o absoluta. Recuperar y tematizar esta dimensión absoluta es lo que permitirá construir un sentir sobre el concepto abstracto de interdependencia y otorgar al animal-humano una visión del mundo que no esté monopolizada por el lenguaje abstracto de la ciencia y la tecnología para salirse del miope capitalismo neoliberal y volverse a las cosas para que, desde el sentir profundo de la realidad, pueda meditar técnicamente con el medio desde la idea taoísta del amor universal que todo lo abarca de Mo Di y construir el reino de Dios en la tierra poniendo las ciencias y las tecnologías al servicio, cuidado e interdependencia de toda la biosfera.

Pero para poder realizar esta mediación técnica desde la cualidad humana y cualidad humana profunda hace falta poner en interdependencia los saberes de las de toda la humanidad con los conocimientos tecnocientíficos. Así nos encontramos que, frente al proyecto capitalista neoliberal tenemos la necesidad de contraponer el individualismo a la interdependencia y dotar de calidad humana y calidad humana profunda el desarrollo científico y tecnológico para reapropiarlo, reorientarlo y reorganizarlo hacia la calidad y bienestar de toda la vida.

El tránsito hacia las sociedades de conocimiento implica afrontar la crisis de sistema y la crisis ecológica desde un nuevo proyecto axiológico colectivo que enfrente directamente al capitalismo neoliberal y mire hacia el futuro sin renunciar a las ciencias y las tecnologías aportando para ello un sentir profundo de cualidad humana y cualidad humana profunda que permita volverse a las cosas y ver que en ellas hay más de lo que las ciencias y tecnologías nos dicen.

Esta es la única manera o posibilidad de realizar el tránsito, sin el reconocimiento de nuestra constitución lingüística, sin asumir la interdependencia y sin comprender que para el desarrollo científico y tecnológica es imprescindible el cultivo de la cualidad humana y cualidad humana profunda, seguiremos, igual que el capitalismo neoliberal, miopes frente al mundo y crisis que se nos aproximan.

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