Marià Corbí «No tenemos nada que hacer en esta hermosa Tierra, en este pequeño y maravilloso planeta; no tenemos otra tarea que cumplir que vivir para reconocer toda la maravilla que nos rodea. Vivimos para tener la posibilidad de reconocer. Reconocer es testificar que hemos visto y sentido lo que está frente a nosotros. Reconocer es decirle a todo que hemos advertido su presencia, que hemos visto su esplendor, su belleza, su inmensidad y que nos hemos maravillado de su existencia y la hemos amado. Ese es nuestro destino. Somos una chispa de luz que salta del fuego de la tierra, ilumina por unos instantes lo que le rodea y se apaga volviendo otra vez a la tierra. Hay chispas de luz grandes y pequeñas; brillantes e intensas o más tenues y débiles. No se nos pide que seamos lumbreras ni soles; no se nos pide que nuestra luz sea cegadora; sólo se nos pide que seamos lucidez y reconocimiento.» (p.176)
ENYORE UN TEMPS
Enyore un temps que no és vingut encara
com un passat d’accelerada lluita,
de combatius balcons i d’estendards,
irat de punys, pacífic de corbelles,
nou de cançons, parelles satisfetes,
el menjador obert de bat a bat
i el sol entrant fins al darrer racó.
Em moriré, però l’enyore ja,
aquest moment, aquest ram, aquest dia,
que m’ha de fer aixecar de la fossa
veient passar la multitud contenta.
Vicenç Andrés Estellés, Cançoneret de Ripoll