José Manuel Bobadilla Som un animal amb un doble accés a la realitat. Un accés relatiu a les necessitats humanes dominat per les formes i un altre de no relatiu a les necessitats humanes i no condicionat per les formes. Un dels nostres principals sentits, com a animals depredadors que som, és la mirada. Mirar el món és una manera de sentir el món i, per tant, depenent de com el mirem, el nostre sentir hi estarà condicionat. Mirem el món des d'un llenguatge concret i actualment el llenguatge que dona forma a la nostra mirada és el llenguatge abstracte de les ciències i les tecnologies. La nostra manera de mirar el món està construïda des de la tècnica; una mirada que instrumentalitza l'entorn i ens impedeix tornar a les coses de manera neta, és a dir, alliberada de les formes en les formes. A les societats de coneixement, el domini de llenguatge abstracte construeix la barrera científica i tecnològica que ens diu que una flor és simplement una flor, o com a molt, ens proporciona una mirada biològica de la flor. No hi veiem el misteri dels mons perquè el nostre mirar està tancat en el prisma científic i tecnològic.
POSTULACION DE LA DIMENSIÓN ABSOLUTA O DE LA GRATUIDAD A LA LUZ DEL ANALISIS ESTRUCTURAL DE LA PRAXIS DE ANTONIO GONZÁLEZ
Dada la trascendencia humana y científica del tema corbiano la postulación racional de la dimensión absoluta, es científicamente estimulante encontrar convergencias fundamentales a este respecto, aunque no sean totales, en otros autores. Más aun cuando éstas se dan en planteamientos científicos concebidos y desarrollados con propósitos y enfoques bien diferentes, como es el análisis estructural de la praxis realizado por el filósofo Antonio González[1]. No sólo es científicamente estimulante, sino, como pasa siempre en semejantes casos, ocasión científicamente anhelada para contrastar, aprender, integrar y avanzar en el planteamiento así confirmado.
De todo el análisis estructural de la praxis realizado por González, a efectos de nuestro interés de mostrar convergencias que se dan en puntos muy importantes, nosotros nos vamos a limitar aquí a tres momentos del mismo: la ocurrencia del acto y su naturaleza radicalmente diferente de las cosas que en el mismo se hacen presentes, la justificación necesaria de las acciones humanas o la universalidad del esquema de la ley y su limitación en términos de justificación, y la alteridad real de las cosas o la realidad más allá de ellas a la que la alteridad real remite. En los tres momentos la postulación racional de una realidad más allá de toda realidad, y por tanto más allá de la razón apuntando a la dimensión absoluta, es un hecho. Pero previamente a dar cuenta de ello, se impone un primer momento sobre la motivación del autor y la naturaleza de su análisis, fuente ésta de una primera convergencia con el planteamiento de Marià Corbí.
Motivación y análisis
De Antonio González siempre se destaca, y con razón, su vinculación intelectual filosófica, e incluso institucional, con el pensamiento de Xavier Zubiri e Ignacio Ellacuría. En la obra de Zubiri ha bebido su pasión por la realidad, por cómo se funda y por cómo acceder con rigor filosófico a ella. De Ellacuría recibió su pasión por la realidad social y política, y por un conocimiento fundado de la misma, al servicio de su transformación mediante una praxis liberadora. La inspiración zubiriana en el sentido amplio, recibida a través de Ellacuría, cruza toda su obra[2].
[1] Este análisis, que retoma en sus obras Teología de la praxis evangélica. Ensayo de una teología fundamental, Sal Terrae: Santander 1999 y en La transformación posible. ¿Socialismo en el siglo XXI?, Bubok: Madrid 2010, lo desarrolla sobre todo en su obra Estructuras de la praxis. Ensayo de una filosofía primera, Trotta: Madrid 1997.
[2] Lo cual no quiere decir que coincida en todo con Zubiri, comenzando por el mismo concepto de realidad. Cf. Estructuras de la praxis, pp. 36-43.