Marià Corbí La música es el arte más sutil porque emplea los sonidos, lo más leve de lo sensitivo, para expresar lo sutil.
La música, durante milenios ha utilizado los sentimientos humanos para cantar a la Dimensión Absoluta (DA). Fue una gran habilidad partir de los sentimientos del yo para referirse a lo que está más allá del yo. Utilizó sentires de Dimensión Relativa (DR) para cantar el misterio de la DA, intensificando la conmoción de las entrañas, para que resuene el sentir hondo.
La música empuja las conmociones del cuerpo para llevarlas a la frontera de lo que no es nombrable. No utiliza palabras para aludir a aquello de lo que no se puede hablar. Las palabras que se emplean en los cantos están al servicio de la música misma. La música canta explícitamente la verdad muda. Habla sin palabras de lo que no cabe en las palabras.
Thich Nhat Hanh. Llamadme por mis verdaderos nombres
No digáis que partiré mañana,
pues aún estoy llegando.
Mirad profundamente; estoy llegando a cada instante,
para ser brote de primavera en una rama,
para ser pajarillo de alas aún frágiles,
que aprendo a cantar en mi nuevo nido,
para ser mariposa en el corazón de una flor,
para ser joya oculta en una piedra.
Aún estoy llegando para reír y para llorar,
para temer y para esperar.
El ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte
de todo lo que vive.
Soy un insecto que se metamorfosea
en la superficie del río.
Y soy el pájaro
que se precipita para tragarlo.
Soy una rana que nada feliz
en las aguas claras del estanque.
Y soy la serpiente acuática
que sigilosamente se alimenta de la rana.
Soy el niño de Uganda, todo piel y huesos,
mis piernas tan delgadas como cañas de bambú.
Y soy el comerciante de armas
que vende armas letales a Uganda.
Soy la niña de doce años,
refugiada en una pequeña embarcación,
que se arroja al océano
tras haber sido violada por un pirata.
Y soy el pirata,
cuyo corazón es aún incapaz
de ver y de amar.
Soy un miembro del Politburó
con todo el poder en mis manos.
Y soy el hombre que ha pagado
su “deuda de sangre” a mi pueblo
muriendo lentamente en un campo de concentración.
Mi alegría es como la primavera, tan cálida
que hace florecer las flores de la Tierra entera..
Mi dolor es como un río de lágrimas,
tan vasto que llena los cuatro océanos.
Llamadme por mis verdaderos nombres, os lo ruego
para poder despertar
y que la puerta de mi corazón
pueda quedar abierta,
la puerta de la compasión.
Thich Nhat Hanh
Llamadme por mis verdaderos nombres, Editorial La llave, 2001
This Post Has 0 Comments