CETR 23 de novembre de 2024, 25 de gener i 1 de març de 2025, de 10:00 a 13:30 h.
Meditant amb la tradició de l’Islam
1.- El ego
El ego es un sirviente en su desfile,
la razón un niño nuevo en su escuela.
¿Qué es la razón en esta posada
salvo un torcido garabato de la caligrafía
de Dios?
Comentari
Los egos van pasando como en un desfile.
Cada ego estrena su razón como un niño nuevo en la escuela
Supuesto que cada individuo estrena de nuevo su razón,
la razón en el desfilar de los egos, en esta inmensidad,
la razón funciona como un torcido garabato de la caligrafía de Dios,
un uso torcido y torpe de la lucidez de la Dimensión Absoluta.
Mientras sigas aferrado a tu ego,
vagarás a derecha e izquierda,
día y noche, durante mil años;
y cuando, tras todo ese esfuerzo,
finalmente abras los ojos,
verás a tu ego a través de los defectos
inherentes,
vagando alrededor de sí mismo como un
buey en la noria;
pero si, liberado de tu ego, finalmente
te pones a trabajar,
esta puerta se te abrirá en dos minutos.
Comentari
Si te aferras al ego, te llevará arrastrado con sus deseos/temores, con sus recuerdos y expectativas de un lado para otro toda tu vida, y más vidas que tuvieras.
Si algún día atinas a abrir los ojos sobre tu vida, verás a tu ego, con todos los rasgos de deseos/temores que le constituyen
-dando vueltas sobre sí mismo, como un buey en una noria.
-Te verás siempre persiguiendo las mismas expectativas revividas después de cada fracaso.
Si consigues liberarte de tu ego, silenciándolo
-y te pones a trabajar desde esa conciencia silenciada
-la puerta del conocimiento, la liberación y la paz, se te abrirá en pocos minutos.
Él se presentó a nosotros por bondad.
¿De qué otra forma podríamos haberle
conocido?
La razón nos llevó hasta la puerta,
pero fue su presencia la que nos dejó entrar.
Si la Dimensión absoluta no se presentara a nosotros por sí misma, desde la dimensión relativa no podríamos quebrar la frontera infranqueable que hay entre ver las cosas sólo desde el propio interés a verlas simplemente porque están ahí. Como la Dimensión absoluta es irrepresentable no hay forma de pasar del mundo de la representación a lo que es irrepresentable.
-Razonando, representando, pensando desde la dimensión relativa, donde estamos situados, no podemos más que llegar hasta la puerta. Sólo su presencia nos dejó entrar,
Él sabe lo que hay en tu corazón
pues hizo tu corazón junto con tu arcilla,
pero si piensas que Él sabe de la misma forma
que tú,
entonces estás empantanado, como
un burro, en tu propio barro.
Él sabe lo que hay en tu corazón, porque no es “otro” de ti, es tu realidad más íntima.
Pero su saber sobre ti no creas que es como tu saber sobre ti mismo.
Tú no puedes ni imaginar cómo es el saber que Él tiene sobre ti.
No te juzgues, no te interpretes desde tus deseos/ temores. Interprétate desde su gratuidad absoluta, desde su amor (recuerda que no es “otro” de ti).
¡Nada puedes ver, estás ciego por la noche,
y de día tuerto con tu necia sabiduría!
No eres capaz de ver ni el misterio insondable y patente de la noche, ni el esplendor del día, por tu necia sabiduría. Tu ojo tuerto ve doble donde sólo hay unidad.
Así como tu forma externa oculta
tus atributos,
tus atributos tapan tu esencia profunda.
Forma y atributos son el nicho y el cristal
desde donde brilla la luz de la esencia.
Las cosas externas de tu vida, la forma en la que te representas a ti mismo y a todo lo que te rodea, te oculta lo más hondo de tu condición humana. Y tu condición humana tapa tu esencia profunda que no es otra que Él.
Si comprendes tanto las formas de tu vida y la idea que te haces de ti mismo, como lo más hondo de tu condición humana serán como una urna de cristal donde brille la luz de la esencia de todo lo que es.
¡Esos estúpidos sabios, esos ladrones
y carteristas,
usan lo que han aprendido para robar
por los caminos!
Escúchame, señor del lenguaje,
es mejor que llenes tu corazón con luz
que con cien mil palabras;
cuando estás callado eres la elocuencia
misma,
abres tu boca y eres un demagogo.
Vigila que no te engañen los que parecen sabios y son unos completos estúpidos que usan las palabras sagradas y dulces de los profetas y auténticos sabios para robar vuestro corazón, vuestra mente y vuestros bolsillos.Parecen sabios pero son ladrones que roban por los caminos
No te dejes seducir por el lenguaje. Atiende a la luz y no a las palabras. Las palabras, como las polillas sólo pueden volar alrededor de la luz. No son la luz
Entiende que has de prestar atención a la luz no a las palabras. Las palabras son como un cofre que puede ocultar la luz. Sabe que debes atender a la luz, no al cofre.
Cuanto más silencioso estés, más elocuente serás. En cuanto abres la boca y te fías de las palabras, eres como un demagogo.
3.- Desaparece
Mientras este mundo permanece, el otro
no puede ser;
mientras tú existas, Dios no puede ser tuyo.
Mientras vivas en un mundo modelado por tus necesidades y temores, no podrá aparecer el mundo que realmente es: un mundo donde todo es su faz, donde todo es su manifestación, un mundo donde se le ve inmediata y directamente.
-Mientras tú existas, te identificas con tu individualidad que es el ego y sus estructuras de deseos/temores. La centralidad para ti de tu ego no te dejará verle en todo y comprender que Él no es “otro” de ti, ni tú “otro” de Él.
Dios no será tuyo mientras te aferres a alma
y vida;
no puedes tener ambos: esto y aquello.
No comprenderás tu unidad con Dios, si te aferras con toda tu alma y con toda tu vida a tu propia individualidad (vacía)
No es posible que tú seas el centro de tu vivir y que lo sea Él.
Si vives desde tu ego, cubres con un manto espeso la realidad de la realidad.
Mantente inmutable ante la esperanza
y el miedo.
Para la inexistencia, mezquita e iglesia son
lo mismo;
e iguales son, para una sombra, el cielo
y el infierno.
Para alguien cuyo guía es el amor,
tanto creencia como incredulidad son
un velo
que oculta la puerta del Amigo;
tu propio ser es un velo que oculta
la esencia de Dios.
Busca la ecuanimidad entre el miedo y la esperanza. Tu punto de apoyo debe de estar más allá de toda dualidad.
Para situarte más allá de toda dualidad debes residir en la inexistencia de tu ego. Entonces para ti serán iguales la iglesia y la mezquita.
Si comprendes que tu ego no es una entidad sino una mera función del cerebro, algo que parece ser, pero que en realidad no es, el cielo y el infierno serán para ti iguales.
¿Quién iría al cielo o al infierno?
Si te guía, en tu vida toda, el amor a toda criatura, comprenderás que tanto la creencia como la increencia ocultan la puerta del Amigo. Ni una ni otra se sitúan en Eso sutil patente en todo, porque se sitúan en formulaciones a las que uno se somete o no se somete. ¿Qué tienen que ver las formulaciones con el rostro del amigo?
La idea que tienes de ti mismo como una entidad, y la necesidad de tener dónde agarrarse para salvar tu individualidad ocultan la esencia de “lo que es”.
Nunca te pares en el camino,
vuélvete inexistente;
inexistente incluso a la idea de volverse
inexistente.
Y cuando hayas abandonado
tanto individualidad como conocimiento,
este mundo se volverá aquél.
No te pares nunca en la búsqueda “del que es”. Trabaja para volverte inexistente hasta que ya no te preocupe en absoluto la idea de querer volverte inexistente. Al que ya no existe ¿cómo le va a preocupar la idea de volverse inexistente?
Cuando tu mente y tu sentir hayan abandonado la idea de que eres una individualidad que vive su vida, este mundo se volverá aquél; este mundo de sujetos y objetos se volverá la faz de Dios que mira y llama desde toda criatura.
Deshazte de ti mismo …
hasta que no veas a tu ego como una mota
de polvo,
no tienes posibilidad de llegar a ese lugar;
el ego nunca podría respirar ese aire,
así que encamínate allí sin ego.
Comprende de una vez que todo el asunto del camino, de la Vía reside en deshacerse de sí mismo.
Hasta que tu ego tenga menos identidad que una mota de polvo, no tendrás posibilidad de llegar al lugar de la luz, el calor del corazón y la paz.
Tu ego, tu individualidad no puede respirar el aire de sutilidad de ese lugar, por eso lo evita con todas las fuerzas.
Convéncete de que el enemigo a abatir es el sentimiento de individualidad, el ego. Sólo sin ego podrás cruzar la frontera de la sutilidad del Único.
4.- No esperes nada. Sirve
No lamas el plato de ese hombre o compres
su adulación.
Él no conoce su propio ser,
¿cómo podría conocer el ser de otro?
Si conoces tu propio valor,
¿qué necesidad hay de preocuparte por
la aceptación o el rechazo de otros?
No adules a nadie para comprar con ello su adulación. No busques nada en ningún humano porque está vacío de entidad propia y no te podrá dar nada.
Si no conoce su propio ser, porque se tiene por ser alguien, ¿cómo podría conocer el ser de otro? Si no reconoce su propia nada ¿qué vale su criterio?
No busques el reconocimiento de nadie, porque toda persona es “nadie”. ¿Qué puede darte “nadie”?
Conoce tu propio valor, que es el valor de “nadie”. Conoce que tu verdadera realidad no es tu pretendida individualidad, tu ego, sino al realidad de toda realidad.
¿Qué te puede importar, entonces, la aceptación o el rechazo de otros?
Sabiendo lo que sabes, permanece también
sereno como una montaña,
y no te angusties por el infortunio.
Conocimiento sin serenidad es una vela
apagada,
juntos son un panal
Sabiendo que tu realidad no es tu ego ni el necesario supuesto de tu individualidad, sabiendo que la realidad de tu pretendida realidad es únicamente “Eso irrepresentable que es”, permanece sereno ante todo infortunio como una montaña, sin angustiarte por nada.
Si conoces lo que nos han enseñado los grandes maestros, pero no consigues la serenidad, tu vida es como una vela, capaz de luz, pero apagada. Si te haces capaz de juntar conocimiento y serenidad, tu vida será como un panal de miel para ti y para todo el que se te acerque.
5.- La muerte como escuela
Durante un tiempo ve a la escuela
con los profetas,
abandona esta locura, esta enfermedad;
lee sólo una página de las enseñanzas
de los profetas;
puesto que nada sabes de lo que dicen,
ve, lee y aprende; tal vez entables amistad
con ellos,
tal vez escapes a toda esta estupidez;
y no imagines que en este mundo de engaño
haya algo peor que la estupidez.
Dedica tiempo para aprender de los profetas y sabios. Ellos son los auténticos maestros. Abandona todo lo que, fuera de ellos, está etiquetado como sabiduría. No es sabiduría, es una locura y una enfermedad.
Con que sólo leas una página de esos sabios, tu vida puede cambiar.
No creas que sabes lo que dicen; lee con detención y aprende, quizás podrás adquirir familiaridad con ellos. Su amistad libra de la estupidez.
No creas que haya algo peor que la estupidez. Todos los males de la historia humana y de la historia de cada uno de los humanos viene de la estupidez
Corrige tus ideas y comprende que no hay nada peor que la estupidez.
La llegada de la muerte es la llave
que abre el reino desconocido;
si no fuera por la muerte,
la puerta de la verdadera fe permanecería
cerrada.
La segunda gran maestra de la vida es la muerte. La muerte nos amorra al mundo de lo desconocido
La muerte nos muestra duramente nuestra radical nada.
Si no fuera por la muerte, estaríamos atados a las cosas de este mundo. La muerte, con su rostro, nos abre la puerta a la sutilidad de lo que es, a la fe. Sin la muerte esa puerta estaría cerrada.
Deseo y exceso han dormido al hombre,
cuando la muerte aparezca, despertará.
El deseo, que no tiene límites en sus apetencias, mantiene al hombre dormido en la ignorancia. El deseo nos hace correr continuamente detrás de sus apetencias y propuestas y así nos aleja de la lucidez.
Cuando la muerte aparece, los humanos despertamos de nuestro sueño.
6.- El camino
La senda no consiste ni en palabras
ni en obras;
de ellas sólo puede surgir desolación,
jamás un edificio permanente.
Dulzura y vida son las palabras del hombre
que transita este camino en silencio;
cuando habla no es desde la ignorancia,
cuando calla no es por pereza.
La senda no es el resultado de nuestras palabras ni de nuestras obras. Nuestras palabras y obras no son capaces de romper las barreas de nuestras modelaciones de la realidad a la medida de nuestras necesidades.
Si nos apoyamos en las palabras y en las obras sólo obtendremos desolación y edificios construidos sobre arena.
Quien transita en la vida por el camino del silencio, que es silencio de sí mismo y de todo lo suyo, reconoce “al que es”. Entonces de sus palabras y acciones no sale más que dulzura y vida.
Cuando el silencioso habla, no lo hace desde la ignorancia; cuando calla tampoco lo hace desde la pereza, porque para él todo es el Único.
Y si, amigo mío, me preguntas el camino,
te diré claramente que es éste:
vuelve tu rostro hacia el mundo de vida
y tu espalda al rango y la reputación;
y, rechazando la prosperidad externa,
inclina la espalda en su servicio;
abandona la compañía de los que comercian
con palabras
y ocupa tu lugar en presencia de los mudos.
Quien quiera saber cómo se recorre el camino le diré que:
–volviendo el rostro hacia el mundo y la vida; el camino no está fuera de este mundo, modelado por nosotros, y de la vida
–da la espalda el rango y la reputación entre los hombres,
–rechaza la prosperidad y las riquezas,
–inclina la espalda al servicio,
–abandona la compañía de los quieren sacar beneficio de las palabras de los sabios y profetas
–busca, mejor, la compañía de los mudos, de los que la presencia de “Eso sutil y manifiesto” les mantiene mudos.
Si deseas una perla debes abandonar
el desierto
y vagar junto al mar;
y aunque nunca encuentres la brillante perla,
al menos no habrás dejado de llegar al agua.
Si quieres la perla de gran valor por la que hay que venderlo todo para poderla comprar, no vagues por el desierto; no pierdas tu tiempo con quienes están tan vacíos y estériles como el desierto.
Aproxímate al mar, aproxímate a los que, como el mar, están llenos de perlas de sabiduría. Aunque seas tan torpe no seas capaz de encontrar una perla de valor, por lo menos no te alejas del mar donde están las perlas.
¿Cómo puedes ir hacia adelante?
No hay a dónde ir.
¿Cómo saltarás?
No tienes pies.
En todo el asunto del Camino comprende con toda claridad su misterio.
El camino no arranca de ninguna parte y no va a ninguna parte. El Camino no es un término que alcanzar, ni un lugar. ¿Cómo irías de aquí mismo a aquí mismo? El Camino es despertar a la propia condición, a la propia realidad.
Tenemos que caminar ese Camino sin pies. Ninguna obra nuestra conduce a él. No hay relación de causa-efecto entre nuestras obras y la libertad.
La comprensión, con mente y corazón, es un puro don que nos llega en el seno de un trabajo duro e intenso.
7.- No dualidad
Para el hombre sabio, bien y mal son ambos
supremo bien.
Ningún mal viene jamás de Dios;
cuando creas ver un mal viniendo de Él,
harás mejor en considerarlo como un bien.
Me temo que en el camino de la fe eres
como un bizco que ve doble
o un necio que disputa con la sombra
de un camello.
Para el que sabe que la realidad de toda realidad es “el que es”, el bien y el mal son ambos “el que es”, el bien supremo. ¿No es el Único?
Ningún mal viene del “único que es”. ¿Cómo se dañaría a sí mismo? Cuando te parezca que un mal está viniendo de Él, corrige tu comprensión y tu sentir y comprende que de Él sólo viene el bien.
En el camino de la comprensión de lo que es realidad y de lo que no lo es, eres como un bizco que ve doble donde sólo hay unidad.
Eres tan necio como quien disputa con la sombra de un camello. Fuera del Único sólo hay sombras. Por consiguiente, todo viene de Él que es Único. No se daña a sí mismo.
Derrítete en esta búsqueda,
arriesga tu vida y tu alma en el sendero
de la sinceridad,
esfuérzate en pasar de la nada al ser
y emborráchate con el vino de Dios.
Su perdón viene tan veloz
que nos llega antes que el arrepentimiento
haya tomado forma en nuestros labios.
Deshazte en su búsqueda. Arriesga todo tu ser en el camino de la sinceridad sin rastro de doblez. No le busques para salvarte; búscale por Él mismo.
Esfuérzate por pasar de la identificación con tu individualidad, que es nada, al ser del Único. Emborráchate con la luz y el calor de la plenitud en la sutilidad.
Él no tiene en cuenta nuestra necedad y nuestras torpezas y se acerca a nosotros antes de darnos tiempo al arrepentimiento. Confía en el que es tu propia realidad
Aplícate, con pies y manos, a la búsqueda;
pero cuando llegues al mar, deja de hablar
del río.
Aplícate con tu mente y tu corazón, con tus pies y tus manos a la búsqueda de la verdad de toda realidad. En cuanto huelas el aire marino, olvídate del río. En cuanto vislumbres su realidad sutil, pero más sólida que una roca, olvídate de tu ser o no ser; olvídate de todos tus asuntos. Toma todos tus quehaceres como cosas sin importancia.