Skip to content

Seducción

Poema de Michele Najlis Me sedujiste, Yahvé y me dejé seducir. Fuimos fuertes en el amor y nos vencimos. Subimos juntos, tomados de la mano la escala de Jacob mientras el ángel, asombrado miraba la ascensión de los amantes. Dispuesta a vencerte en las lides del amor vestí mis mejores galas para tus ojos, bálsamo del Líbano puse sobre mi piel y perfumé mi cuerpo con el sagrado aroma de los montes. Provoqué tu ingenio con mi astucia con fuertes ironías desafié tu indiferencia, porque eras para mí como la Ciudad del Sol construida según las leyes de la Vida. Tu palabra quemaba mis entrañas. Y yo decía: “No me acordaré más de Él, no volveré a hablar en Su nombre”. Pero tu palabra en mi interior se convertía en fuego que devora encerrado en mi corazón quemando mis entrañas y mis huesos. Traté de contenerla, pero no pude. Quienes…

Leer más

Poema de Josep Palau i Fabre: Triunfo de la elevada locura

Triunfo de elevada locura A JOAN PERUCHO Me subo hasta lo más alto de mí mismo y miro: y me veo más transparente. Yo no sabía, no, que el viento pudiera tener mi cabellera y estar tan contento. Ahora toda hora me enquimera y me lanzo, desde mí, a cielos, abismos, rutas sin fin. No tengo tiempo de amar: mi brazo no es lo bastante largo -Clara, Bárbara, amigas- para poderos abarcar para poder alcanzar la vida. Y, para que lo sepáis, aprendo a escribir en prosa la rosa. (Poemas del alquimista. Proa, p.108)

Leer más

Despedida. Poema de Josep Palau i Fabre

Despedida Ya no sé escribir, ya no sé escribir más. La tinta me embadurna los dedos, las venas... -He dejado en el papel toda la sangre. ¿Dónde podré decir, dónde podré dejar dicho, dónde podré escribir la pulpa del fruto de oro sino en el fruto, la tormenta en la sangre sino en la sangre, el árbol y el viento sino en el viento de un árbol? ¿Dónde podré decir la muerte sino en mi muerte, muriéndome? Lo demás son palabras... Nada mejor sabré escribir ya. Demasiado cerca de la vida vivo. Las palabras se me mueren dentro y yo vivo en las cosas. (Poemas del alquimista. Proa, p.193)

Leer más
Volver arriba