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Reflexions sobre la mort (2): ni extinció ni eternalisme

Aquesta reflexió segueix a la duta a terme a Reflexions sobre la mort. 
Acompanyem aquest text amb un audio que recull la discusió del text per par d’un grup de persones amb aclariments de  Corbí 

La doble dimensión de lo real, supone que las realidades son a la vez espacio-temporales y no espacio-temporales.

Los humanos tenemos noticia de la dimensión absoluta (DA) siempre en el plano accesible a nuestros sentidos, porque la DA es cualidad pura y la cualidad sólo es accesible a la sensibilidad.

Sin poder sensar no hay DA para nosotros. Cuando un ser, Quitxo mi perro, muere, desaparece de la dimensión espacio-temporal y no puede ser sensado, ni puede verse en él la DA, aunque esté en ella y sea ella.

Pero Quitxo que aparecía en la dimensión espacio-temporal y en la no espacio-temporal, en su realidad verdadera, como pura forma de la DA, era no espacio temporal.

Todo lo que es pura forma de la DA, todos los seres como formas de la DA, sin nada añadido, están fuera de la dimensión espacio-temporal. Luego las formas, los seres de la dimensión relativa a nuestras necesidades, en su ser propio, la DA, están asentados en la dimensión no espacio-temporal.

Yo no veo a Quitxo, a pesar de que en su ser era pura forma de la DA, porque está fuera de la dimensión espacio-temporal no puedo sensarlo. Cuando yo, por mi muerte, me salga de la dimensión espacio-temporal, como pura forma de DA, aparecerá mi unidad con ella y con las formas salidas, como yo, de la dimensión espacio-temporal.

Las formas de la DA, en su ser propio no están en el espacio-temporal. La realidad de todas las formas de la DA, todas las criaturas, en su ser propio no entran y salen del tiempo-espacio, están siempre en el no espacio-tiempo.

Cuando muera me encontraré con mi perro, no con  un  fantasma de ser, disuelto en la DA.

Todas las formas de la DA, con como la DA misma, son sin espacio-tiempo.

 

Queda una cuestión por resolver: sostener que me encontraré con mi perro en el ámbito sin espacio-tiempo de la DA, es suponer que tiene sentido hablar de la DA en ella misma, fuera de la doble dimensión donde aparece a los humanos.

¿Igualmente tiene sentido hablar del puro no tiempo-espacio, cuando la única noticia que tenemos del no tiempo-espacio es en el seno del tiempo-espacio?

Tenemos que sostener que tiene sentido hablar de la DA en ella misma, lo que no significa que se la pueda concebir, representar o imaginar adecuadamente. Tiene sentido porque la noticia de la DA ya es una invitación a investigarla, a adentrarse en ella lo más que se pueda.

Algo parecido hay que decir de la noticia, desde la DA, del no tiempo-espacio. Puesto que es noticia, hay invitación a investigarlo, a hablar de ello. Aunque tampoco podemos concebir el no tiempo-espacio.

Hablamos de Dios infinito y eterno; pero esas son dos formas de hablar de un espacio sin límites y de un tiempo sin límites. Con ese hablar no hemos sido capaces de salirnos del todo del espacio tiempo. El no tiempo y no espacio ni lo podemos concebir, ni siquiera imaginar.

 

Queda otra dificultad: hemos defendido que no hay “ni extinción, ni eternalismo”; pero por otra parte, hemos sostenido que las formas, las criaturas como puras formas de la DA, sin nada añadido, están fuera del espacio-tiempo como la DA misma. Desde ahí queda afirmada la no extinción de las formas de los seres, pero ¿y el eternalismo?

Con la muerte las formas pierden su carácter de individualidades, o mejor, se muestra que nunca fueron entidades autónomas, individuos. Lo que se tenía como un ser desaparece. No hay una eternidad, un no perecer de las individualidades en otro mundo. Lo que hay es una unidad absoluta, la DA, con una gran diversidad. En esa diversidad no hay otros seres que la DA que es tan inconcebible que ni se puede predicar de ella que sea o que no sea.

Las criaturas, que fueron meras formas de la DA en el tiempo-espacio, no pierden su condición cuando se salen del tiempo-espacio. Esa salida, la muerte,  hace patente que su realidad verdadera no era la individualidad que se le atribuía, sino el vacio completo de individualidad en el total vacío de toda posible concepción de la DA.

Somos conscientes de que no hemos aclarado nada sobre la DA, ni sobre el no tiempo-no espacio. Permanece todo inconcebible, inimaginable.

Las reflexiones que hemos hecho a partir de la muerte de mi perro Quitxo, nos han aproximado más al vacío completo de todas las pretensiones de individualidad de los seres, al vacío completo de todas las formas, vacío que es el mismísimo vacío de la DA.

Hemos intentado comprender que ese vaciamiento de entidad propia de todas las formas, de todas las criaturas, no es una pérdida sino una gran ganancia. Mi perro no perdió nada con su muerte, ni yo tampoco con su desaparición; sólo fue la ocasión para comprender mejor el misterio inagotable de la vida y de la muerte.

 

Lo que son puras formas de la DA, sin nada añadido, es decir, todas las criaturas, no se diluyen en el tiempo porque la DA no está sometida al tiempo-espacio.

 

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