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La dimensió absoluta de la realitat (DA)

El text és un apartat de la seva darrera publicació: Las sociedades de conocimiento y la calidad de vida. (Bubok, 2017.
Més informació i descàrrega del volum, aquí).
Aquest llibre és el 5è volum de la col·lecció: Principios de Epistemología axiológica.)

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La lengua bifurca nuestro acceso a la realidad: nos da un acceso a la realidad como relativa a nuestras necesidades como vivientes (DR); y nos da un segundo acceso a eso mismo real pero ya no relativo a nuestras necesidades sino no relativo, absoluto (DA).

No se trata de una realidad con dos pisos, sino de dos aspectos o dimensiones de eso real único.

Este doble acceso a la realidad es lo que constituye nuestra diferencia específica como vivientes de esta tierra.

Nuestro acceso a la dimensión absoluta (DA) no es el acceso al ámbito divino, ni a una región otra de este nuestro mundo, ni el acceso a un nivel trascendente, metafísico. El acceso a la DA es una creación biológica, con una función concreta para la supervivencia de un ser viviente; es una función biológica que nos permite adaptarnos al medio en que vivimos y modificarlo cuando sea necesario o conveniente. La DA es el fundamento de nuestra flexibilidad con relación al medio en el que obtenemos lo necesario para vivir, sin tener que cambiar nuestra dotación genética ni modificar nuestra fisiología. Es un gran invento de la vida que nos permite hacer modificaciones en nuestro sistema de sobrevivencia, que resultan equivalentes a los cambios de especies en los restantes animales.

Los animales, nuestros parientes, para modificar su relación con el medio necesitan millones de años, los humanos podemos hacer esos cambios tan rápido como sea necesario. Podemos transformar nuestras formas de sobrevivencia, en ocasiones radicalmente, sin modificar nuestra dotación biológica.

El doble acceso a la realidad es la mutación biológica más radical e importante de todas las especies vivientes y es, también, como iremos viendo, una apuesta sumamente arriesgada de la vida.

La DA no es una revelación divina, sino una pura estructura antropológica; es una estructura adecuada a un animal depredador. Siempre los animales depredadores son más flexibles en su formas de vivir que sus presas. La vida en nosotros ha creado el supremo animal depredador dotado de una completa flexibilidad.

La doble dimensión de la realidad, efecto de la bifurcación de la lengua, nos permite conseguir la flexibilidad y la libertad incluso con relación a nuestro propio destino interior. La estructura de deseos, temores, recuerdos y expectativas que constituyen nuestra peculiar individualidad unificadas por el ego; la recibimos en nuestra primera infancia como consecuencia de nuestra socialización en la dependencia completa de nuestros padres y primeros educadores. Esa estructura interna, que es la estructura de nuestro yo, la confirmamos y asentamos con nuestras propias actitudes y operaciones como individuos; de esa forma se convierte en un destino inviolable.

La vivencia de la doble dimensión de esa nuestra propia realidad, nos permite liberarnos de esa sumisión rígida, y que es más rígida cuanto más inconsciente es, y conociéndola se gana en flexibilidad.

Convencer de que la doble dimensión de nuestro acceso a la realidad sea un dato y no una herencia religiosa o un intento de volver vigentes los reclamos de las religiones, posiblemente será una ardua tarea. Pero al reivindicar ese dato, en especial nuestro acceso real a la DA, no nos mueve motivo religioso ninguno, sino poner bases racionales para todo el mundo de lo axiológico, en sus diversos aspectos.

La doble dimensión es propia de nuestra estructura antropológica, pero para que pueda cumplir la función para la que apareció, debe ser cultivada temáticamente en sus dos aspectos.

La noticia de la DA es un dato, pero es un dato peculiar por su sutilidad. Es sutil porque es sin forma; si tuviera una forma propia no podría ser el fundamento de la flexibilidad. Aparece en toda forma modelada por nosotros, como la fuente de su realidad. Todas las formas modeladas por nosotros son limitadas, imperfectas y perecederas, a pesar de ello la DA aparece como sin límites en lo limitado, sin imperfección en lo imperfecto, imperecedera en lo perecedero. En la DR que es siempre no convincente, se presenta como absolutamente convincente.

La DA se presenta como la fuente de la realidad de todo, pero no es un agarradero; es como un inmenso vacío que se presenta en toda forma. Si fuera un agarradero para nosotros los humanos, tendría que presentarse como una forma; así tendríamos dos formas en toda forma: la modelada por nosotros y la forma absoluta. Si fuera así, toda realidad tendría dos pisos y la forma absoluta sería absoluta en su forma y no la condición vacía de toda modelación, con lo cual se perdería la flexibilidad y, por ello, toda forma sería una naturaleza inmutable.

La DA al presentarse sin forma en toda forma y al presentarse como la fuente y la realidad de toda forma, dice, con ello, que lo real de toda realidad es vacía de sí misma; que la realidad de todo lo que pueda pensarse como “otro” es el “no otro” de todo, que es el vacío.

Así, paradójicamente, la DA es la realidad de toda realidad y es la que vacía de realidad propia a toda realidad. Muestra que toda realidad es vacía porque su realidad es el gran vacío. El gran vacío no es la nada, sino lo que por su plenitud es inconceptualizable, irrepresentable y la ausencia absoluta de agarradero para un frágil viviente como nosotros.

La DA desrealiza  a DR  porque, dándole  realidad, se muestra como el “no otro” verdadero de toda DR. Esta desrealización es el fundamento  de  la  verdadera  libertad.

La doble dimensión de nuestro acceso a lo real y, especialmente, la DA de nuestro acceso a la realidad, tiene que poderse explicar racionalmente. Todos los fenómenos que aparecen en nuestra condición de humanos, tanto los correspondientes a la DR como todos los correspondientes a la DA, tendrán que poderse explicar desde lo que nos diferencia de los restantes vivientes: nuestra condición de vivientes constituidos por el habla.

Por consiguiente, todo lo referente a la DA es tarea de la epistemología axiológica, no es  tarea de la  religión, porque la religión es un PAC propio de sociedades preindustriales y las nuevas sociedades son sociedades industriales y de conocimiento.

La DA, con su sola noticia, invita a adentrarse en ella, invita a la indagación que es una auténtica creación libre.

Cuando las ciencias son indagación sin fin, la DA no puede ser sumisión, sino, con más razón, indagación libre.

No hay indagación libre si no se da la seducción que sigue a la noticia de DA.

La indagación libre es incompatible con la sumisión a creencias y ortodoxias. Es incompatible con la homogeneidad.

Hemos de heredar el pasado, pero nuestra relación con él no puede ser de sumisión, sino de veneración, amor, aprendizaje libre y creativo.

La DA es puramente cualitativa, lo cualitativo no se puede imponer, sólo puede inspirar. No hay ninguna certeza axiológica heterónoma; la certeza de DA no puede ser, en absoluto, heterónoma.

Esta condición de la CH (cualidad humana) y de la CHP (cualidad humana profunda) es una gran condición de riesgo para la humanidad, porque sólo la CH es criterio para la CH; y sólo la CHP es criterio para la CHP.

La indagación en la espiritualidad de nuestros antepasados era indagar la voluntad de Dios para someterse. Hoy la indagación de la DA y de la CHP es indagación libre y creación libre.

¡Qué gran transformación en la Vía! ¡Qué difícil es concebir lo que nuestros mayores llamaron espiritualidad como una creación libre! Pero si sustituimos el término “espiritualidad” por CHP, la comprensión se simplifica.

Repetimos: la CHP y la DA en las nuevas condiciones culturales no pueden imponerse sólo pueden seducir.

(pgs.17-21)

 

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