Marià Corbí La música es el arte más sutil porque emplea los sonidos, lo más leve de lo sensitivo, para expresar lo sutil.
La música, durante milenios ha utilizado los sentimientos humanos para cantar a la Dimensión Absoluta (DA). Fue una gran habilidad partir de los sentimientos del yo para referirse a lo que está más allá del yo. Utilizó sentires de Dimensión Relativa (DR) para cantar el misterio de la DA, intensificando la conmoción de las entrañas, para que resuene el sentir hondo.
La música empuja las conmociones del cuerpo para llevarlas a la frontera de lo que no es nombrable. No utiliza palabras para aludir a aquello de lo que no se puede hablar. Las palabras que se emplean en los cantos están al servicio de la música misma. La música canta explícitamente la verdad muda. Habla sin palabras de lo que no cabe en las palabras.
Aqueste llagado corazón
Por Michele Naglis,
“Cantos de Ifigenia”, 1991
¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?”
Sn. Juan de la Cruz
aqueste corazón, no le sanaste?”
Sn. Juan de la Cruz
¿Qué flores no te tomado de tus manos?
¿Qué fieras no he vencido por tu amor?
¿Qué oscuridad no he desafiado hasta el cansancio por tus ojos?
¿Qué centinelas no abatí para llegar al lecho en que reposas?
¿Qué auroras no he agotado tras tus pasos?
¿Qué bosques, qué peligros, no he cruzado valerosa?
¿Qué espinas no han herido mis manos y mis pies?
¿Qué lágrimas fatigan mis ojos doloridos?
¿Qué límites no he roto por tu cuerpo?
¡Cuántas veces abrí la puerta de mi alcoba
buscando tus palabras, tus besos, tus caricias!
¡Cuántas veces oí tu voz que me llamaba
y el aire de tu cuerpo danzando tras mi puerta!
Mi alma se escapaba al escucharte,
pues mi amor se alzaba hasta lo alto de los cielos
y mi llanto fecundaba el agua de los mares
Pero esta llama que arde ¿habrá de consumirme?
Este fuego que abrasa ¿habrá de calcinarme?
Este fulgor ardiente ¿habrá de aniquilarme?
¿No me darás un día el vino de tus labios?
¿No curarás mi cuerpo lacerado?
¿No me llevarás a tu viña florecida?
¿No me conducirás al monte donde sopla la brisa?
¿No me harás beber el agua del arroyo?
¿No habrá luz para mis ojos ni música que alivie mis oídos?
¿No habrá para mí descanso entre tus brazos?
¿No reposará mi cabeza reclinada en tu pecho?
¿No pastarán mis palabras cansadas
en el dulce remanso de tus besos?
¿Por qué, pues me has llagado
no tomas esta vida que robaste?
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