José Manuel Bobadilla La irrupción de la tecnociencia en todos los ámbitos de conocimiento y en todas las esferas sociales, está socavando todo aquello que se daba por sentado; las formas propias de la modernidad, e incluso los remanentes que aún perduran de las formas premodernas de entender y sentir el mundo, se están confrontando a las nuevas maneras de entender y sentir el mismo: ¿qué es la especie humana?, ¿qué es ser humano?, ¿qué son las culturas?, ¿cómo hay que entender la ciencia y la tecnología y la relación con estas herramientas?, ¿qué implica y qué genera la entrada de la tecnociencia en todos los espacios sociales?, ¿qué nuevas prácticas, en relación a la ciencia y la tecnología, están surgiendo en las ciberculturas?, ¿qué nuevas realidades en torno al cuerpo humano, al trabajo o a la alimentación se dibujan en un futuro inmediato?
LA MONEDA DE COBRE Sobre la motivación y el cultivo de la cualidad humana (Encuentro Internacional 2012)
(Reflexiones compartidas en tono de “comunicación”; no es “ponencia”…) Por tercer año consecutivo impartimos, Queralt Prat y yo misma, un curso en Esade Business School relacionado con el desarrollo de la calidad humana. Una experiencia de la que hemos recibido lecciones valiosas, tanto por la reacción de los alumnos, como desde el desarrollo de las actividades y de los resultados obtenidos; algo que querríamos compartir pues puede aportar datos a la reflexión que se lleva a cabo en este Encuentro, sobre la construcción y transmisión de lo axiológico.
En este momento estamos embarcadas en la cuarta edición de la asignatura Creatividad e innovación: capacidades para el liderazgo, que se desarrolla durante treinta horas, en diez semanas (una clase semanal de 3 h.), y a la que han asistido un promedio de 20 estudiantes por grupo, aproximadamente. Se trata de una asignatura de libre elección que se ofrece a los distintos cursos. Dibujo el escenario pues las reflexiones nacen, en gran parte, de valorar la reacción de estos alumnos. No sé si es muy frecuente que unos estudiantes hagan llegar mensajes de agradecimiento al profesorado, al final de un curso, por haberles dado “la oportunidad de aprender”; agradecimiento por el proceso, los descubrimientos, lo adquirido… Y no un solo alumno, un caso esporádico, sino un número muy significativo de ellos (y ellas); ni un grupo con el que se estableciera una especial sintonía: los tres grupos, en tres ediciones, franjas horarias distintas, modalidades distintas, lenguas distintas (catalán/castellano, inglés, chicos y chicas de aquí, y también de intercambio provenientes de América, Asia, Europa…). Veremos qué ocurre a lo largo de las dos ediciones previstas para este año pero, de momento, la respuesta recibida en las anteriores, se podría resumir en un explícito “gracias”.
Un “gracias” que contrasta con mis dudas sobre el sentido, o el contrasentido, de una asignatura como ésta. Y del contraste entre mis interrogantes y dudas, de una parte, y la implicación y reacción del alumnado, de la otra, es de donde surge la reflexión.
¿Qué tipo de duda? ¿Qué inquietudes? Antes de iniciar la andadura de la asignatura y durante la primera edición de la misma, me preocupaba el estar jugando en falso. No me sentía cómoda instrumentalizando el legado de los aventureros de lo Absoluto, adoptando y adaptando hallazgos y aciertos de todos esos hombres y mujeres, buscadores libres, enamorados de la Verdad, para ponerlos al servicio del éxito profesional, al servicio de la productividad. Del mismo modo en que no me sentiría cómoda convirtiendo el yoga en práctica de fitness.
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